En
enero de 2010 viajé a Puerto Príncipe en Haití para ayudar a hacer un video que
permitiría luego recaudar fondos para la reconstrucción de la Iglesia en el
país más pobre de América.
Aún
al recordar lo que pasé me estremezco un poco. No fue fácil y siempre pude ver
la mano de Dios acompañándonos, a mí y al camarógrafo con quien emprendimos la
travesía que nos hizo ir de Lima a Santo Domingo, desde donde luego tomamos el
bus para la capital haitiana.
Llegamos
de noche. Todo estaba oscuro, no había energía eléctrica. Se
podían ver muchos grupos de gente en las calles, con velas, cocinando lo poco
que tenían, tomando la poca agua que les quedaba. Pero sobre todo, se les podía
ver caminando. Cientos de personas caminando hacia cualquier lugar, con rumbo
indefinido.
La
zona por donde entramos no estaba muy destruida. De trecho en trecho se podían
ver casas derrumbadas, hoteles caídos, escombros imposibles de identificar, se
veía desolación y mucha pero mucha pobreza.
Esa
primera noche pudimos dormir en uno de los buses de Caribe Tours que llegó a
Puerto Príncipe. La idea original era ir a un hotel, pero no había taxis y no
sabíamos dónde quedaba nada.
Gracias a los conductores del bus nos pudimos quedar allí, en la terminal, y pudimos tener una cena decente que incluyó coca cola, algo que atesoramos mucho, luego, cuando seguíamos
viendo a la gente sin nada.
A las
6 de la mañana del 16 de enero y luego de haber encomendado en mis
oraciones a mi papá que ese día cumple años, partimos en búsqueda de la nunciatura
apostólica para entrevistar a Monseñor Bernardito Auza, que ahora sirve como Nuncio
Apostólico en España.
En
la nunciatura una joven dominicana nos acogió y nos hizo pasar. Desde allí
pudimos ver toda la ciudad. Desde esa colina se podía escuchar los gritos de
dolor de la gente, las casas derrumbadas, los campamentos donde cientos o miles
de personas se habían acomodado porque ya no tenían donde vivir.
El nuncio
nos recibió y nos concedió una entrevista extensa, larga, profunda, llena de
emociones. Nos contó cómo había fallecido el Arzobispo de Puerto Príncipe, Monseñor
Serge Miot, cómo los seminarios estaban en ruinas, que la Iglesia del Sagrado
Corazón, la más hermosa de Haití, estaba destruida, nos contó también que, de
la Catedral, quedaban solo escombros, que hacía falta ayuda para
demasiada gente y que no se daban abasto con lo que tenían.
Luego
de la nunciatura fuimos al seminario. Mientras bajábamos pudimos ver una zona
en la que casas de gente pobre habían resistido. El chofer de la camioneta que
nos llevó nos explicó que esa montaña era de roca y por eso no se veía la
destrucción que vimos luego en otros lados de la ciudad.
En
el seminario un sacerdote sobreviviente nos contó cómo escapó, por poco, de
morir y cómo, bajo los escombros, estaban todavía los restos de varios
seminaristas. No podían sacarlos porque no tenían cómo y no podían hacer nada
al respecto.
En
medio de lo que quedaba del seminario nos sorprendió una réplica. Se me
quedaron grabadas las caras de desesperación de los sacerdotes y los
seminaristas que estaban en ese momento con nosotros. Huyeron todos
despavoridos temiendo lo peor, y lo peor de todo es que si algo hubiera caído,
tal vez a alguno le hubiera pasado algo.
Después
nos dirigimos a la iglesia del Sagrado Corazón. Unas cuadras antes de llegar al
templo, vi a un policía delante de una camioneta. No me había percatado que
tenía a tres muchachos esposados en la tolva de la misma y no vi, sino hasta
después, un camión con la fuerza de seguridad de la ONU.
Al llegar a la esquina
de esa cuadra vi a un muchacho de no más de 20 años con un rifle. Cuando lo vi
disparar, a unos cinco metros de donde yo estaba, corrí y le dije al
camarógrafo que hiciera lo mismo. El tráfico paró, alguien contestó desde dentro
de una casa con otro balazo. Todo fue muy rápido y, afortunadamente, no nos
pasó nada.
Después
de grabar las tomas en la iglesia del Sagrado Corazón, teníamos que hacer lo
mismo con la Catedral. En el camino vimos varios muertos tirados en la calle,
vimos dos grifos en donde la lucha por algo de combustible era muy violenta.
En
la catedral pudimos ver algo interesante. Este templo y el del Sagrado Corazón
tienen un Cristo muy parecido en la parte externa, que en ambos casos se
mantuvo en pie, prácticamente intactos. Algo de esperanza me nació cuando vi
eso.
Después
de filmar las ruinas de la catedral y después de preguntar cómo regresar a
Petionville, la zona de la nunciatura, apareció una camioneta con tres
haitianos. Uno de ellos nos preguntó si éramos periodistas y ofreció llevarnos.
“No voy directamente para allá, voy a dar unas vueltas antes y luego los dejo”,
nos dijo. Así íbamos a tener así imágenes de la zona más destruida y peligrosa.
Lo
que vimos fue tal vez una de las cosas más duras. Cientos, miles de personas
caminando hacia ningún lugar. Gente enfrentándose con lo que tenían: palos,
piedras, escombros, por algo de comer. Si alguien encontraba algo, caían encima
otros y se lo llevaba el más fuerte. Caos por todos lados. Nadie ayudaba a
nadie. La perfecta ley de la jungla.
Salí
de esa zona con el corazón estrujado. Demasiado dolor para tan poco tiempo,
demasiado pesar y desesperanza.
Luego,
en uno de los campamentos donde la gente dormía, conversamos con un señor de
unos 40 años que nos dijo “mi situación es muy mala, no tengo casa, no tengo
trabajo, no tengo comida para mí ni para mis hijos”, mientras un joven nos
recordaba que la pobreza en Haití es total.
El
regreso a Santo Domingo no fue menos complicado pero llegamos bien y sin problemas. Allí pudimos entrevistar al
ahora Arzobispo Emérito, Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, que nos
dijo una frase que se me quedó grabada y que me gustaría todos adoptásemos, no
solo ante esta tragedia sino ante cualquier otra o ante cualquier necesidad de
un hermano nuestro. “¿Qué nos toca hacer
ahora? Solidaridad”.
Diez años después aún
hay mucho por hacer. Si podemos hacer algo concreto, hagámoslo. Si no podemos
hacer algo por Haití, hagamos algo por quien tengamos cerca y necesite ayuda.
No seamos indiferentes al dolor humano, al sufrimiento del que está a nuestro
lado.
Otros posts
Mr. Greenhouse Casino | Dr. MJCD
ReplyDeleteDr. Greenhouse 남양주 출장샵 Casino offers a variety of gaming machines, 제주도 출장안마 including over 30 table 익산 출장안마 games for 포천 출장샵 non-members. Contact our 과천 출장마사지 poker room today. Join today!