
La película es la saga de “Ralph, el demoledor” del año
2012. No hace falta haber visto la anterior para ver esta nueva cinta de
Disney.
Querido lector, puedes seguir tranquilo, no hay spoilers,
solo una breve descripción de la trama para que comprendas la reflexión.
La cinta muestra a dos personajes sobre quienes gira la
historia. Por un lado Ralph, que es algo así como un joven adulto que siempre
hace lo mismo y que considera su vida perfecta justamente por eso; y junto a
ella la pequeña Vanellope, que está aburrida de hacer precisamente eso: siempre
lo mismo.
La película nos enseña mucho sobre la amistad, sobre la
capacidad de ponerse en el lugar del otro aunque a veces no sea fácil, o
incluso cuando eso pueda causar dolor. La cinta nos habla de los sueños y los anhelos que están en
el corazón y que solo permiten ser feliz a la persona cuando se responde
honestamente a ellos.
Queriéndolo o sin querer, Disney hace una película sobre una
amistad sana entre un hombre y una mujer, sobre una amistad a prueba de todo,
incluso de los propios errores.
Una cosa en la que me quedé pensando al final de la película
es en la capacidad que debemos formarnos los que somos padres para dejar que
nuestros hijos cumplan y realicen nuestros sueños, que podrían ser
completamente opuestos a los nuestros o a la meta u objetivos que creemos son
los mejores para ellos.
No es sencillo alentar la libertad, menos cuando esa
libertad puede llevar a nuestros hijos a ser algo que nosotros no queremos o no
esperamos o nunca pensamos.
Mirando al pasado, le doy gracias a mis padres que nunca se
opusieron a nada de lo que quise hacer o estudiar con vistas al futuro (que
ahora es mi presente). Ahora con un poco más de años sé que lo que escogí no es
lo que mi papá quería para mí y por eso le agradezco aún más.
Yo espero poder hacer lo mismo y espero poder darle alas a
mis pequeños para que lleguen adonde tienen que llegar, para que puedan
responder con toda honestidad al anhelo profundo que ya llevan en el corazón.
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