Jesús tentado en el desierto. Foto Flickr Jaci XIII (CC BY-NC-SA 2.0) |
En Cuaresma somos alentados por la Iglesia a vivir de modo especial la oración, la penitencia y la limosna. Este tiempo nos recuerda los 40 días que Jesús pasó en el desierto donde fue tentado por el demonio.
Y todo esto es fundamental ahora mismo, cuando la Iglesia vive una grave crisis debido a los diversos casos de abusos sexuales que han generado escándalo en todo el planeta, lo que llevó al Papa Francisco a convocar a obispos de todo el orbe a un gran encuentro que se realizó en el Vaticano del 21 al 24 de febrero de 2019.
Uno de los principales frutos de ese encuentro fue la publicación en mayo del motu proprio "“Vos estis lux mundi” del Santo Padre en el que se establece nuevos procedimientos para tratar los casos de abusos sexuales en la Iglesia.
En diciembre, el Papa decidió asimismo abolir el secreto pontificio (que es distinto al de confesión, puedes leer un post sobre esto aquí) también para los casos de abusos en la Iglesia Católica.
Uno de los principales frutos de ese encuentro fue la publicación en mayo del motu proprio "“Vos estis lux mundi” del Santo Padre en el que se establece nuevos procedimientos para tratar los casos de abusos sexuales en la Iglesia.
En diciembre, el Papa decidió asimismo abolir el secreto pontificio (que es distinto al de confesión, puedes leer un post sobre esto aquí) también para los casos de abusos en la Iglesia Católica.
Algunas víctimas de abusos y algunos analistas han comentado que lo que el Papa y los obispos han hecho no ha sido suficiente. Y tienen razón.
Ciertamente el mismo Santo Padre dijo algunos días antes del inicio del evento que esos cuatro días no iban a ser suficientes para resolver todos los problemas. Con los documentos publicados, sin embargo, ya ha dejado algunas líneas guías para que los distintos episcopados sigan avanzando en la protección de los menores en la Iglesia.
El Papa, el Vaticano y los obispos están trabajando en diversos protocolos, medidas y políticas para hacer que los ambientes eclesiales sean más seguros para los menores y para todos, en general.
¿Y esto qué tiene que ver con nosotros y lo que podemos hacer en Cuaresma?
Pues mucho. La Iglesia solo será lo que tiene que ser si nosotros nos involucramos en primera persona y tomamos la decisión de cambiar. Cada uno sabe de qué pie cojea y qué es aquello que debe mejorar para acercarse más a Dios.
Además, la Cuaresma es un tiempo propicio para renunciar a cosas, lícitas incluso, para seguir más de cerca al Señor: tal vez ese chocolate por la tarde o ese refresco o gaseosa que compramos de vez en cuando. Podemos vivir una pequeña mortificación no comprándolos y, el dinero que no usemos en aquello a lo que renunciamos lo podemos dar a alguna obra de caridad o a alguien que lo necesite.
Podemos hacer mucho por el bien de la Iglesia, que al final será el bien de todos.
He escrito esto varias veces pero no me voy a cansar de repetirlo: Benedicto XVI dijo en Colonia, en la Jornada Mundial de la Juventud que presidió en Alemania en 2005 que solo los santos podrán cambiar el mundo, solo los santos podrán poner en marcha esa transformación que la Iglesia necesita, esa transformación que el mundo espera de nosotros los fieles cristianos.
No importa cuán pecador seas, no importa qué tan lejos estés de Dios, no importa qué tan digno o digna te descubras ante el Señor. Solo hace falta la voluntad.
¿Estás dispuesto, estás dispuesta a transformar tu vida poco a poco o vas a dejar pasar este tiempo de Cuaresma sin pena ni gloria? No desaprovechemos la oportunidad de convertirnos.
Mientras estemos vivos, siempre estaremos a tiempo, pero no esperemos demasiado.
Dios nos aguarda siempre con los brazos abiertos, como el Padre misericordioso que en la parábola del Hijo Pródigo corre a su encuentro y lo llena de besos porque encontró al que estaba perdido, porque vio que estaba vivo el que ya daban por muerto.
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