La respuesta rápida y sencilla es sí. El sigilo o
secreto de confesión es inviolable. Así de simple.
TODO lo que le dices a un sacerdote de la Iglesia
Católica durante la confesión es absoluta y totalmente secreto. NADIE puede ni
debe saberlo, además de tú y el sacerdote.
De hecho el sacerdote no es en sí mismo quien te
perdona. Lo hace porque ha recibido de Cristo la facultad del perdón de los
pecados. Tal vez valga la pena recordar la fórmula con la que todo cura perdona
los pecados en la confesión:
“Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo
al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo
para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia,
el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
El Código de Derecho Canónico, la norma que rige a
toda la Iglesia, establece en el canon 983 lo siguiente: “El sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está
terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de
cualquier otro modo, y por ningún motivo”.
En el canon siguiente, el 984, el código señala que
“está terminantemente prohibido al confesor hacer uso, con perjuicio del
penitente, de los conocimientos adquiridos en la confesión, aunque no haya
peligro alguno de revelación”.
Si un sacerdote rompe el sigilo o secreto de
confesión queda excomulgado. Eso lo establece el canon 1388 cuando señala que
“el confesor que viola directamente el sigilo sacramental, incurre en
excomunión latae sententiae reservada
a la Sede Apostólica”.
Esto quiere decir que el sacerdote que rompe el secreto
de confesión queda excomulgado o fuera de la Iglesia de manera automática, una pena
que solo puede ser levantada por el Papa.
Lo dicho hasta aquí es una breve explicación que
creo se hace necesaria ante una tendencia legal en distintos lugares del mundo
como Australia y Estados Unidos, donde se quiere obligar a los sacerdotes a
violar el secreto de confesión cuando oigan algún pecado relacionado a los
abusos sexuales contra menores.
Un disclaimer
aquí: Comparto plena y totalmente la política de tolerancia cero ante los
abusos sexuales, promovida en toda la Iglesia por el Papa Francisco, como lo
fue antes por el Papa Benedicto XVI y como hizo durante su pontificado el gran San
Juan Pablo II.
De hecho este último dijo en uno de sus discursos a
los cardenales estadounidenses en el año 2002 lo siguiente: “La gente debe
saber que en el sacerdocio y en la vida
religiosa no hay lugar para quienes dañan a los jóvenes. Debe saber que los
obispos y los sacerdotes están totalmente comprometidos en favor de la plenitud
de la verdad católica en materia de moral sexual, una verdad esencial tanto
para la renovación del sacerdocio y del episcopado como para la renovación del
matrimonio y de la vida familiar”. (Puedes
leer el discurso completo aquí).
¿Por qué no
se puede violar el secreto de confesión?
Tal vez uno de los que mejor explica por qué un
sacerdote no puede ni debe violar el secreto de confesión es Mons. José Gomez,
Arzobispo de Los Ángeles en Estados Unidos.
Este arzobispo de origen mexicano ha denunciado en
distintas ocasiones el sinsentido de una ley que busca que se viole el secreto
de confesión en el estado de California.
El Arzobispo explicó que este proyecto es “una amenaza mortal para la libertad religiosa
de todos los católicos” y “lo que es más alarmante es que este proyecto de
ley se está promoviendo sin tener ninguna evidencia de que protegerá a los
niños”.
“Las audiencias sobre ese proyecto de ley no han
presentado un solo caso, ni en California ni en ningún otro lugar, en el que
este tipo de delito pudiera haberse evitado si un sacerdote hubiera revelado
información que hubiera escuchado en confesión. ¿Por qué nadie le pide al
patrocinador de ese proyecto de ley que proporcione evidencia de sus
acusaciones contra la Iglesia?”.
El Prelado dijo además que “el abuso sexual infantil no es
un pecado que la gente confiese a los sacerdotes en el confesionario. Los que
atienden psicológicamente a tales depredadores nos dicen que lamentablemente
muchos de ellos tienden a mantener el secreto, son manipuladores y no pueden
comprender el grave daño de sus acciones”.
Lo más probable es que sean “los periodistas y abogados los que escuchen la admisión de haber
cometido esos delitos. Sin embargo, este proyecto de ley no propone
eliminar el secreto profesional entre abogado y cliente o la protección de las
fuentes de los periodistas. Solo se dirige a los sacerdotes católicos”.
El Arzobispo de Los Ángeles indicó que “los
católicos creemos que en el confesionario podemos contarle a Dios todo lo que
está en nuestro corazón y buscar su misericordia sanadora. El sacerdote es solo
un instrumento; él actúa en la ‘persona de Cristo’. Confesamos nuestros
pecados, no a un hombre sino a Dios”.
“La privacidad de esa conversación íntima, nuestra
capacidad de hablar con total honestidad desde nuestros labios hasta el oído de
Dios, es algo absolutamente esencial para nuestra relación con Dios”.
Dos
sacerdotes que dieron su vida por proteger el secreto de confesión
Son varios los sacerdotes que dieron la vida para
proteger el secreto de confesión.
Allí están San Mateo de Magallanes, que murió
ejecutado por no revelar los pecados de los prisioneros en México cuando el
gobierno perseguía a la Iglesia en 1927; o el Beato español Fernando Olmedo
Reguera, asesinado en 1936 durante la Guerra Civil Española cuando la Iglesia
también era perseguida.
Por la persecución que sufría la Iglesia, el beato
se vio obligado a dejar su convento, fue arrestado y torturado. Lo presionaron
para que revelara los pecados de varias personas, pero el sacerdote nunca
cedió. Fue fusilado fuera de Madrid por un tribunal popular.
La próxima vez que vayas a confesarte, hazlo con
toda confianza. Dios nos espera allí en la persona del sacerdote, y este sabe
que lo escuchado no lo puede revelar nunca a nadie.
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