El lunes 10 de junio la Congregación para la Educación
Católica publicó un importante documento titulado “Varón y mujer los creó. Para una vía de diálogo sobre la cuestión del gender en la educación” en el que
explica algunos puntos esenciales que todo católico debe tener en cuenta ante
el desafío que supone la ideología de género o el enfoque de género.
Lo primero que debo decir es
que el documento, me parece, dice lo que es necesario decir sobre la ideología
o enfoque de género. Esta ideología niega la naturaleza humana, atenta contra
la familia y es contraria a una correcta antropología.
El texto dice, por ejemplo,
que la ideología o enfoque de género “presenta una sociedad sin diferencias de
sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a
proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad
personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad
biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una
opción individualista, que también cambia con el tiempo”.
Esta ideología considera que el sexo no está determinado por la naturaleza sino que es una
construcción socio-cultural en la que cada cual puede ser lo que desee. Y allí
podemos ver algunos extremos como el de aquella mujer
que se cree caballo o el de aquel hombre
que se cree perro; o el de otro adulto
que dice ser una niña de seis años.
De otro lado, el texto
refiere que “la visión antropológica cristiana ve en la sexualidad un elemento básico
de la personalidad, un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con
los demás, de sentir, de expresar y de vivir el amor humano”.
La visión cristiana entiende
que el sexo es, efectivamente, una cuestión natural y no dictada por la
sociedad o el entorno. La cuestión sexual personal es intrínseca y no se forma,
en su esencia, por las circunstancias. Creer eso es admitir una de las varias
mentiras de la nefasta ideología de género.
Lo segundo que resalto del
documento es que, en el
campo de la sexualidad y la afectividad, el Vaticano recuerda que los
principales educadores son los padres de familia. La escuela tiene
una función secundaria o subsidiaria en este tema y, de ese modo, colaboran en
la formación de los hijos.
Mal hacen aquellos padres que
se desentienden de educar a sus hijos creyendo que la escuela lo hará por
ellos. No podemos hacer eso jamás. Si conoces a alguien que lo haga, por favor
recuérdale que educar a sus hijos es su obligación y es una de sus misiones en
la vida. Es ciertamente un desafío pero es también un campo donde podemos poner
al servicio de otros todos nuestros dones.
El documento también señala
que la familia es “el principal espacio pedagógico primario para la formación
del niño”. En este aspecto, los padres
tiene la “obligación gravísima” de “hacerse responsables de la ‘educación
íntegra personal y social de los hijos’, también en lo que respecta a su
educación sobre la identidad sexual y la afectividad, ‘en el marco de una
educación para el amor, para la donación mutua’”.
En ese sentido, precisa, la
educación en la familia es “insustituible e inalienable” y “no puede ser
totalmente delegado o usurpado por otros”.
Nadie educará a tus hijos
como tú que eres padre o madre, para bien o para mal. Recuerda eso siempre por
favor.
Hay bastante más cosas que
este documento explica, y que deben ser tomadas en cuenta por los padres, en primer
lugar, y por los educadores y demás personas involucradas en la educación de
los niños, en segundo lugar.
Quisiera terminar
recomendando que lean el documento completo, y recordando que en múltiples
ocasiones el Papa Francisco ha denunciado los peligros de la ideología de
género. Recuerdo de manera particular una ocasión en la que el Santo
Padre dijo que adoctrinar a los niños en esta ideología de género es una maldad.
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