En el primer video que ha grabado y en el que solo se le puede escuchar, Asia Bibi, la madre católica que estuvo diez años presa esperando una condena a muerte injusta que gracias a Dios nunca llegó, nos ha dejado un mensaje muy fuerte lleno de valor y esperanza.
¿Fuerte no? Asia Bibi no dudó nunca. La acusaron falsamente de haber blasfemado contra Mahoma en Pakistán, un país mayoritariamente musulmán. La encerraron y la dejaron diez años esperando su ejecución. En el camino los extremistas islámicos mataron a dos de sus defensores.
A Shabbaz Bhatti, católico y ministro de minorías religiosas, lo acribillaron a la salida de su casa. Varios miembros de Al Qaeda lo asesinaron a quemarropa. ¿Su delito? Haberse manifestado públicamente a favor de la libertad de Asia.
A Salman Taseer, gobernador del estado de Punjab, lo mataron por algo similar. ¿Su delito? Cuestionar la ley de blasfemia cuyas penas incluyen la condena a muerte. A él lo mató uno de sus guardaespaldas que era musulmán.
Asia Bibi sabe perfectamente de lo que habla. Y es más clara todavía “Fui una prisionera condenada a muerte. Me acusaron de blasfemia pero se me dio la libertad a través de Jesús y nunca dejé que mi fe se debilitara”.
En nuestros países de habla hispana no se mata a la gente por ser cristiano o proclamarse católico públicamente. Pero ciertamente puede haber persecución, no con la espada, sino con la reputación. Y tenemos que resistir.
En algunos casos nos podrá costar el empleo, como dijo el domingo el sacerdote jesuita a la que Misa que fui; y ese es un tipo de heroísmo al que tenemos que estar dispuestos.
Ojo, no digo que se peleen por alguna diferencia de fe y renuncien de inmediato. Digo que a veces una situación podría llevar a algo así. Y eso Dios lo ve, Dios lo reconoce y lo abraza aunque parezca que nos quedemos solos. “Si Dios está conmigo, ¿quién contra mí?”.
Nos han tocado tiempos difíciles. Y si es así es porque podemos hacerles frente. No perdamos la fe, no perdamos la esperanza. Caminemos siempre con la frente en alto hacia adelante. ¡Cristo ya venció por nosotros!
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