En
Pentecostés la Iglesia celebra la venida del Espíritu Santo prometido por
Jesús, sobre la Virgen María y los Apóstoles. Solemos entender de la Santísima
Trinidad que el Padre es el Creador y el Hijo Jesús es nuestro Salvador; pero pasa
con cierta frecuencia que la figura del Espíritu Santo no está del todo clara o no la sabemos
explicar.
Nos
aprendemos sus dones para la Confirmación (sabiduría, entendimiento, consejo,
ciencia, piedad, fortaleza y temor de Dios) o lo recordamos cuando leemos algunos
pasajes bíblicos como el Bautismo de Cristo o la Anunciación, pero sucede en ocasiones que es difícil explicar quién es. Así que, ayudado de dos santos y el Catecismo,
voy a intentar hacerlo de manera simple.
El
14 de noviembre de 1990, el querido Papa San Juan Pablo II dedicó su catequesis
a este tema y la título "El Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo". Mejor resumido, imposible.
En esa oportunidad, el Papa peregrino dijo que “La Iglesia, ya desde los comienzos, tenía la convicción
de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como Amor”. Eso quiere
decir, en otras palabras, que el Espíritu Santo es el Amor eterno que tiene el
Padre por el Hijo y el Hijo por el Padre; y este es tan intenso, profundo y total, que es una
Persona que a la vez es Dios, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.
Para
decirlo de otro modo y profundizando algo más tenemos a San Agustín, que dice que
“el Amor es de Dios y es Dios: por tanto, propiamente es el Espíritu Santo, por
el que se derrama la caridad de Dios en nuestros corazones, haciendo morar en
nosotros a la Trinidad”.
Para
definir al Espíritu Santo el numeral 691 del Catecismo de la Iglesia Católica
afirma que es “el nombre propio de Aquel que adoramos y glorificamos con el
Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en
el Bautismo de sus nuevos hijos”.
El mismo numeral señala luego que si bien “Espíritu
y Santo son atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas”, la Biblia, la liturgia y el lenguaje de la teología unen estas dos
palabras para designar a “la persona inefable del Espíritu Santo, sin equívoco
posible”. Inefable, según el diccionario, significa “que no puede ser dicho, explicado
o descrito con palabras por tener cualidades excelsas” o superlativas.
¿Cuáles
son los símbolos del Espíritu Santo? El agua, la unción con óleo o crisma, el fuego,
la nube y luz, la paloma, como la que vuela después del diluvio universal o la que se
posa sobre Jesús luego de su bautismo. Hay otros más, pero creo que estos son los que vienen a la mente con más facilidad.
Y
en breve, ¿qué hace el Espíritu Santo? Alimenta, sana, organiza y vivifica a la
Iglesia, por medio de los sacramentos, por ejemplo. Y nos inspira el deseo de
rezar, es el Maestro de la oración.
Así
que ahora que tenemos un poco más claro quién el Espíritu Santo (espero),
elevemos una oración para que nos llene con sus dones, nos infunda con su
gracia y nos ayude a ser auténticos testimonios de vida cristiana que tanto
necesita la Iglesia y el mundo de hoy.
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