Foto Flickr Ministerio Mujer Perú (CC BY-NC-SA 2.0) |
En más de una ocasión el Papa Francisco ha alentado a los
padres de familia a “perder” el tiempo con sus hijos, a compartir con ellos, a
pasar el rato con ellos.
Ciertamente es importante pero resulta que, con cada vez más
cosas que hacer, jugar con los niños se ha convertido casi en un lujo o en algo
que solo se puede hacer de vez en cuando.
Sin embargo, los niños no solo merecen “tiempo de calidad”
sino todo el tiempo posible. Y no necesitan ni quieren nuestro tiempo mientras
nosotros no soltamos el celular. Nos necesitan ahí, completamente atentos a
ellos, a sus bromas, sus disgustos, sus pesares, sus asombros. Nos quieren y
nos necesitan junto a ellos experimentando esas cosas que ellos anhelan
compartir con nosotros.
Los niños no son tontos. Se dan cuenta de inmediato cuando
no estamos del todo con ellos, cuando los hemos dejado en segundo plano. Y
tienen toda la libertad del mundo para reclamarlo y para contárselo a los
demás. Y creo que eso no debería pasar, pero si pasa, deberíamos también ser
capaces de pedirles perdón porque no hemos sido atentos con ellos que solo
quieren compartir sus cosas con nosotros.
Es posible que las cosas que quieran compartir no nos
parezcan interesantes, no nos gusten o nos causen cierto rechazo sin necesidad de
ser cosas malas. Ahí toca entonces ser más paciente y más empático con ellos
que están todo el tiempo aprendiendo de nosotros: lo bueno y lo malo,
indistintamente.
“Padres: ¿saben ‘perder el tiempo’ con sus hijos? Es una de
las cosas más importantes que pueden hacer todos los días”, escribió el Papa Francisco
en su cuenta de Twitter en octubre de 2015.
En enero de ese año, el Santo Padre dijo también que “la
ausencia de la figura paterna en la vida de los pequeños y de los jóvenes
produce lagunas y heridas que pueden ser también muy graves”. “Y, de hecho las
desviaciones de los niños y adolescentes pueden atribuirse en gran medida a
esta falta, la falta de ejemplos y guías autorizadas en su vida cotidiana”.
“Los padres están a menudo tan centrados en sí mismos y en
su trabajo, y a veces en su propia realización personal, que olvidan también a
la familia. Y dejan solos a los pequeños y jóvenes”, lamentó Francisco en
aquella oportunidad.
Es cierto que la calle está cada vez más dura y
compleja, y que un día uno puede quedarse sin trabajo, pero nos toca hacer
todos nuestros esfuerzos y ponernos muy creativos para no dejar solos a
nuestros pequeños, que lo que más quieren es a nosotros, sus papás.
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