Pues, sí y no. Sí porque allí donde las autoridades lo han
establecido, aún no se puede salir de casa aunque ya en varios sitios hay
algunas concesiones. Y no porque la familia NUNCA descansa, menos en el asunto
de la fe. O no debería descansar en este asunto esencial.
En su catequesis
del miércoles 27 de mayo, el Papa Francisco resaltó la importancia de
enseñar a los niños a rezar, comenzando por hacer bien la señal de la cruz. “Enséñenles
a hacer bien el signo de la cruz. Es la primera oración, para que los niños
aprendan a rezar. Después, quizás, se pueden olvidar, tomar otro camino, pero
aquello permanece en el corazón, porque es
una semilla de vida, la semilla del diálogo con Dios”.
Es verdad que en estos días de confinamiento hay
situaciones que pueden volverse complejas o que nos exigen ser creativos al
máximo para no acabar asfixiados, agotados o apesadumbrados.
Es verdad también
que el confinamiento está generando una serie de repercusiones negativas en las
personas a distintos niveles como el psicológico, pero también es verdad que lo
fundamental en la vida de toda persona es el plano espiritual o religioso.
Eso lo tenemos que nutrir rezando, con nuestro ejemplo y
enseñando bien a nuestros hijos. Somos los principales responsables de esa
tarea. En mi casa hemos leído los Hechos de los Apóstoles y un libro sobre
filosofía en donde también se habla de la fe.
Y cuando el Papa ha alentado a
una oración comunitaria, nos hemos sumado, como la que dirigió en la Plaza de
San Pedro vacía al final de marzo. Lo que quiero decir es que son muchas las
posibilidades y solo nos toca tomarlas.
Es cierto que no es igual ver la Misa que asistir a ella,
pero eso es lo que nos toca por ahora. Puedo decir que después de dos meses y
medio todavía me cuesta alistarme, prepararme y tener que encender la
televisión para ver a un sacerdote celebrar y no poder confesarme ni comulgar.
Extraño
poder hacer eso y me da cierta tristeza, pero eso es lo que nos toca y por
ahora no hay alternativa, al menos no donde vivo con mi familia.
Pronto podremos volver a las iglesias a encontrarnos allí
con Jesús Eucaristía que nos aguarda y acompaña.
En esa línea de reflexión, quisiera comentar que, también
el 27 de mayo, los obispos
de Colombia publicaron un comunicado en el que señalan que, desde hace más
de un mes han pedido al gobierno que les dejen reabrir las iglesias, con todos
los protocolos de seguridad que sean necesarios para evitar el contagio y la
propagación del coronavirus.
En el comunicado los obispos recuerdan el derecho que tiene
toda persona al culto divino, algo que “no puede considerarse simplemente
como una actividad social” ya que “la vida espiritual es
esencial para que la persona humana logre la salud integral y la fortaleza de
ánimo en estos tiempos difíciles”.
Los prelados de la querida Colombia resaltaron además que “el
fortalecimiento de la vida interior es realmente un remedio contra la angustia
y la incertidumbre generadas por la pandemia”.
Ciertamente la fe nos sostiene y el culto nos
alienta. Recemos para que pronto podamos volver a las iglesias en Colombia y el
resto de nuestra querida América.
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