Saturday, May 30, 2020

El Espíritu Santo ¿Un desconocido?



En Pentecostés la Iglesia celebra la venida del Espíritu Santo prometido por Jesús, sobre la Virgen María y los Apóstoles. Solemos entender de la Santísima Trinidad que el Padre es el Creador y el Hijo Jesús es nuestro Salvador; pero pasa con cierta frecuencia que la figura del Espíritu Santo no está del todo clara o no la sabemos explicar.

Nos aprendemos sus dones para la Confirmación (sabiduría, entendimiento, consejo, ciencia, piedad, fortaleza y temor de Dios) o lo recordamos cuando leemos algunos pasajes bíblicos como el Bautismo de Cristo o la Anunciación, pero sucede en ocasiones que es difícil explicar quién es. Así que, ayudado de dos santos y el Catecismo, voy a intentar hacerlo de manera simple.

El 14 de noviembre de 1990, el querido Papa San Juan Pablo II dedicó su catequesis a este tema y la título "El Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo". Mejor resumido, imposible.

En esa oportunidad, el Papa peregrino dijo que “La Iglesia, ya desde los comienzos, tenía la convicción de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como Amor”. Eso quiere decir, en otras palabras, que el Espíritu Santo es el Amor eterno que tiene el Padre por el Hijo y el Hijo por el Padre; y este es tan intenso, profundo y total, que es una Persona que a la vez es Dios, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. 

Para decirlo de otro modo y profundizando algo más tenemos a San Agustín, que dice que “el Amor es de Dios y es Dios: por tanto, propiamente es el Espíritu Santo, por el que se derrama la caridad de Dios en nuestros corazones, haciendo morar en nosotros a la Trinidad”.

Para definir al Espíritu Santo el numeral 691 del Catecismo de la Iglesia Católica afirma que es “el nombre propio de Aquel que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en el Bautismo de sus nuevos hijos”. 

El mismo numeral señala luego que si bien “Espíritu y Santo son atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas”, la Biblia, la liturgia y el lenguaje de la teología unen estas dos palabras para designar a “la persona inefable del Espíritu Santo, sin equívoco posible”. Inefable, según el diccionario, significa “que no puede ser dicho, explicado o descrito con palabras por tener cualidades excelsas” o superlativas.

¿Cuáles son los símbolos del Espíritu Santo? El agua, la unción con óleo o crisma, el fuego, la nube y luz, la paloma, como la que vuela después del diluvio universal o la que se posa sobre Jesús luego de su bautismo. Hay otros más, pero creo que estos son los que vienen a la mente con más facilidad.

Y en breve, ¿qué hace el Espíritu Santo? Alimenta, sana, organiza y vivifica a la Iglesia, por medio de los sacramentos, por ejemplo. Y nos inspira el deseo de rezar, es el Maestro de la oración.

Así que ahora que tenemos un poco más claro quién el Espíritu Santo (espero), elevemos una oración para que nos llene con sus dones, nos infunda con su gracia y nos ayude a ser auténticos testimonios de vida cristiana que tanto necesita la Iglesia y el mundo de hoy.

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