Basílica de San Pedro. Foto: Pixabay / dominio público |
El Papa Francisco ha convocado a los
presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo a un encuentro de
vital importancia del 21 al 24 de febrero en el Vaticano para
hacer frente a la crisis en la Iglesia originada por los escándalos de abusos
sexuales cometidos por algunos miembros del clero.
El anuncio del evento se hizo en septiembre
de 2018, un mes antes de la realización del Sínodo de los Obispos sobre los
Jóvenes, un encuentro de obispos de todo el mundo que algunos prelados como
Mons. Charles Chaput de Estados Unidos pidieron que no se realizara.
Mons. Chaput escribió al Papa y a finales
de agosto de 2018 comentó que si los prelados se reunían en un encuentro para
analizar la realidad de los jóvenes “los obispos no tendrían absolutamente
ninguna credibilidad al referirse a este tema”.
El encuentro de los obispos de febrero se lleva a cabo muy cerca de la realización de un evento
mundial que tiene que ver con los jóvenes en la Iglesia: la Jornada Mundial de
la Juventud (JMJ) Panamá 2019, realizada del 21 al 27 de enero.
Sin duda, la JMJ es un evento en el que el
Papa, los obispos, los sacerdotes y los religiosos renuevan su energía y se
acercan un poco más a Dios gracias a la vitalidad, la energía y la alegría de
los jóvenes que acuden a renovarse en la fe y a encontrarse con el Pontífice.
Doy fe, por haber estado en varias JMJs
(Roma, Colonia, Madrid y Río de Janeiro) que el evento sí constituye una brisa
de aire fresco y un especial aliento en la misión de la Iglesia, algo que sin
duda es necesario ahora.
La expectativa por la reunión sobre abusos es muy amplia.
No hay duda. Todos tienen grandes expectativas por el encuentro.
Son muchas las situaciones críticas y complejas que aguardan por una respuesta. No sé si el Papa y los obispos puedan responder a todas, pero voy a mencionar algunas.
Son muchas las situaciones críticas y complejas que aguardan por una respuesta. No sé si el Papa y los obispos puedan responder a todas, pero voy a mencionar algunas.
Estados
Unidos y el caso McCarrick
Uno de los episcopados más numerosos del
mundo es el de Estados Unidos. Hace poco, en noviembre, todo estaba listo en la
ciudad de Baltimore para votar dos iniciativas para hacer frente a los abusos:
un código de conducta para los obispos y la creación de un grupo de laicos
expertos en distintos campos para investigar inicialmente las acusaciones sobre
presuntos abusos o encubrimiento de obispos.
Digo que todo estaba listo porque no se
votó ninguna de las dos iniciativas. Al comienzo de la reunión, el presidente
del Episcopado, el Cardenal DiNardo anunció que el Vaticano les pedía a los
obispos que pospusieran esas medidas. Y eso hicieron los obispos no sin expresar su
contrariedad, comenzando por el mismo DiNardo.
Otro hito se refiere a los ejercicios
espirituales de los obispos realizados con el predicador de la Casa Pontificia,
el sacerdote franciscano Raniero Cantalamessa, en la ciudad de Chicago del 2 al
8 de enero.
Al iniciar su retiro, los obispos de
Estados Unidos recibieron una extensa carta del Papa Francisco en el que les
pedía que confíen un poco más en Dios, que se conviertan más a Él y que no
confíen tanto en las cosas del mundo. Los prelados agradecieron la misiva y prosiguieron
su retiro.
Las truncadas iniciativas de los obispos
buscaban (y buscan) dar una respuesta al escándalo generado por dos hechos
relacionados entre sí: las acusaciones del ex Nuncio en Estados Unidos, Carlo
María Viganó, según el cual el Papa Francisco no actuó como debía ante las
acusaciones de abusos cometidos por el Arzobispo Emérito de Washington, el ex
Cardenal Theodore McCarrick.
Y el mismo caso de McCarrick, expulsado hace unos días del estado clerical tras ser declarado culpable de abusos sexuales, cuyo caso ha
sido y es bastante bien investigado por Ed Condon y J.D. Flynn, de Catholic
News Agency (CNA).
Tal vez una de las noticias que más ha
impactado en los medios y la sociedad de Estados Unidos ha sido la publicada en
CNA el 11 de enero y que da cuenta de que el Cardenal Donald Wuerl, Arzobispo
de Washington hace poco, supo de las acusaciones contra McCarrick desde 2004. En distintas ocasiones Wuerl negó haber tenido conocimiento de las mismas y
dijo que solo supo de ellas con la investigación realizada en 2018 por la
Arquidiócesis de Nueva York.
La investigación de Nueva York fue la que
llevó al Papa Francisco a aceptar la renuncia de McCarrick al Colegio de
Cardenales, algo que muy rara vez sucede.
El escenario de Estados Unidos es complejo,
muchos católicos exigen una respuesta más clara a la Iglesia y el desafío
ciertamente se hace grande por todo lo explicado y más.
Los
obispos de Chile
En mayo de 2018 y convocados por el Papa,
todos los obispos de Chile acudieron al Vaticano para encontrarse con él, tras
la investigación realizada por Mons. Charles Scicluna en el país sudamericano y
que reveló graves deficiencias en el tratamiento de los casos de abusos
sexuales.
Tras el encuentro, los 34 obispos pusieron
sus cargos a disposición. El Papa ha aceptado hasta ahora la renuncia de
algunos y aún no designa sucesores sino solo administradores apostólicos, es
decir encargados temporales de las diócesis.
La gravedad de la situación de Chile
explica también la razón por la cual el Santo Padre se reunió el lunes 14 de
enero con la presidencia de la conferencia episcopal.
En Chile, los abusos que más hicieron
noticias fueron los perpetrados por Fernando Karadima, expulsado ya del estado
clerical -la sanción canónica más grave para un sacerdote- y los cometidos por 14 sacerdotes abusadores en la Diócesis de
Rancagua.
El caso de Karadima y el encubrimiento de
sus actos generó una crisis en la Iglesia en Chile que ha hecho casi heroico
que actualmente un católico se declare como tal públicamente en el país del
sur.
El
caso del Cardenal George Pell
Desde un inicio, el Cardenal Pell se ha
declarado inocente de las acusaciones de abusos contra él en Australia. Para
poder defenderse dejó el puesto en la Prefectura de Economía en el Vaticano y
ahora está en el país oceánico.
Según algunas filtraciones en medios
australianos, el Cardenal habría sido declarado culpable. CNA, que sigue paso a
paso el caso, publicó un artículo en el que presenta algunos cuestionamientos
al proceso seguido contra el Purpurado.
El
caso del Obispo argentino Gustavo Zanchetta
Este es el caso más reciente denunciado
primero por el diario El Tribuno de Salta en Argentina.
Mons. Zanchetta fue Obispo de Orán hasta
agosto de 2017, cuando el Papa aceptó su renuncia. En una carta escrita a sus
fieles, el Obispo dijo que dejaba el cargo por razones de salud.
Tiempo después reapareció en España y el 19
de diciembre de ese mismo año, Francisco lo nombró asesor de la Administración
del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA).
En una declaración del director interino de
la Oficina de Prensa del Vaticano, Alessandro Gisotti (que acaba de asumir el
puesto el 1 de enero tras la renuncia de Greg Burke y Paloma García Ovejero,
exdirector y exvicedirectora respectivamente) se señala que Zanchetta fue elegido
para el puesto en la APSA “en consideración a su capacidad de gestión
administrativa”.
Gisotti explicó que existe ya una
investigación sobre las acusaciones de abusos en contra del Obispo y que por el
momento no trabajará en la Santa Sede.
Según El Tribuno de Salta, serían tres los
seminaristas que sufrieron abusos por parte del Obispo Zanchetta y estos hechos
“habrían ocurrido en fiestas que él organizaba los viernes con seminaristas.
Allí, además, les daba alcohol”.
El Tribuno también indica que cuando fue
Obispo de Quilmes, Zanchetta partió con “acusaciones, abusos de poder y
desmanejos económicos”.
El caso de Zanchetta ciertamente es
complicado y debe ser investigado a profundidad.
Conclusión
Es cierto que hay más casos de abusos
sexuales en la Iglesia como los cometidos por algunos miembros del Sodalicio de
Vida Cristiana, una sociedad de vida apostólica masculina que ahora realizó su asamblea plenaria en enero en Aparecida –la ciudad donde está la
Patrona de Brasil– presidida por el Comisario Noel Londoño y el Comisario Adjunto, el
sacerdote Guillermo Rodríguez, quienes ya dejaron sus cargos por orden del Vaticano.
Lo que he querido hacer con este recuento es señalar algunos casos por su importancia y comentar que la respuesta que toca ahora al Papa y a los obispos de todo el mundo debe efectivamente responder a la crisis.
Esta respuesta también debe buscar recuperar la credibilidad que la Iglesia y sus líderes han perdido ante la opinión pública e iluminar las situaciones de abusos que han ocurrido y que nunca más deben ocurrir.
Esta respuesta también debe buscar recuperar la credibilidad que la Iglesia y sus líderes han perdido ante la opinión pública e iluminar las situaciones de abusos que han ocurrido y que nunca más deben ocurrir.
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