Wednesday, September 23, 2020

Cobra Kai: Lecciones y reflexiones


Creo que los que vimos Karate Kid hace años –la 1, 2, 3: y no la del hijo de Will Smith que ya es distinta– nos hemos divertido viendo Cobra Kai. Había escuchado buenos comentarios ya tiempo atrás, pero recién la vi hace poco y, en resumen, me gustó.

Leí un comentario en Facebook que me llamó la atención sobre un análisis que se hace sobre la ausencia de la figura paterna que creo es interesante. Daniel Larusso, interpretado por Ralph Macchio, perdió a su padre a corta edad y encuentra en el buen señor Miyagi (Pat Morita) a un nuevo mentor y guía.


Por su parte, William Zabka, que encarna a la némesis de Daniel, Johnny Lawrence, tiene a sus padres divorciados y vivió con su padrastro rico. No digo más para no cometer ningún spoiler. Puedes seguir leyendo, no los vas a encontrar.


En los dos casos no hay papá. Y en los dos casos esto acarrea una serie de consecuencias que se ven en la vida de ambos personajes.


El análisis de Facebook me hizo recordar lo que dijo el Papa Francisco en una de sus catequesis sobre la “orfandad” moderna.


“El problema de nuestros días no parece ser más tanto la presencia invasiva de nuestros padres, sino más bien su ausencia. Los padres están a veces tan concentrados en sí mismos y en su propio trabajo y a veces en su propia realización individual, al punto de olvidar también la familia. Y dejan solos a los niños y a los jóvenes”, dijo el Santo Padre en enero de 2015.


Ese día en el Vaticano el Papa Francisco contó que “ya como Arzobispo de Buenos Aires advertía el sentido de orfandad que viven hoy los chicos. Y a menudo les preguntaba a los papás si jugaban con sus hijos, si tenían el coraje y el amor de perder tiempo con los hijos. Y la respuesta era fea. En la mayoría de los casos era: ‘no puedo porque tengo tanto trabajo’. El padre estaba ausente conese hijo que crecía y no jugaba con él, no perdía tiempo con él”.


Ojo aquí, no creo que el Papa no se dé cuenta, no sepa o no entienda que muchas veces necesario, imprescindible tal vez en estos tiempos, trabajar muchísimo. Como Arzobispo de Buenos Aires hizo mucho bien en las villas de la capital argentina donde pude ver personalmente que lo recuerdan con mucho cariño. En estos lugares, donde la pobreza es el factor común, ciertamente había (hay) que romperse el lomo para intentar salir adelante. El Papa no es ningún ingenuo, pero creo que con lo que decía apuntaba y apunta a algo más profundo.


El Santo Padre decía que “debemos estar más atentos: la ausencia de la figura paterna en la vida de los pequeños y de los jóvenes produce lagunas y heridas que pueden ser también muy graves” y “el sentido de orfandad que viven tantos jóvenes es más profundo de lo que pensamos”, acentuado también por la dependencia o en algunos casos adicción a los dispositivos móviles que pueden captar buena parte de la atención de nosotros los padres.


Francisco decía que muchos niños y jóvenes hoy “son huérfanos pero ‘en familia’, porque los padres a menudo están ausentes, incluso físicamente, de casa, pero sobre todo porque, cuando están, no se comportan como padres, no dialogan con sus hijos, no cumplen con su tarea educativa, no dan a los niños con su ejemplo acompañado de las palabras, aquellos principios, aquellos valores, esas reglas de vida, de las que necesitan como el pan”.


Y son tantas cosas, tantas, las que los hijos necesitan de sus padres. No las voy a enumerar porque el Papa ya dijo varias y porque cada uno sabe, entiende o intuye dónde puede estar flaqueando.


Unos años antes, el gran Benedicto XVI iba a un aspecto más profundo todavía. En una audiencia de 2012, Joseph Ratzinger explicó que “tal vez el hombre de hoy no percibe la belleza, la grandeza y el consuelo profundo que se contienen en la palabra ‘padre’ con la que podemos dirigirnos a Dios en la oración, porque hoy a menudo no está suficientemente presente la figura paterna, y con frecuencia incluso no es suficientemente positiva en la vida diaria”.


“La ausencia del padre, el problema de un padre que no está presente en la vida del niño, es un gran problema de nuestro tiempo, porque resulta difícil comprender en su profundidad qué quiere decir que Dios es Padre para nosotros”.


Benedicto XVI decía que “en el Evangelio, Cristo nos muestra quién es padre y cómo es un verdadero padre; así podemos intuir la verdadera paternidad, aprender también la verdadera paternidad”.


El Santo Padre resaltaba que “es precisamente el amor de Jesús, el Hijo unigénito –que llega hasta el don de sí mismo en la cruz– el que revela la verdadera naturaleza del Padre: Él es el Amor, y también nosotros, en nuestra oración de hijos, entramos en este circuito de amor, amor de Dios que purifica nuestros deseos, nuestras actitudes marcadas por la cerrazón, por la autosuficiencia, por el egoísmo típicos del hombre viejo”.


Entonces, ahora que veas Cobra kai, o si ya la viste, trasciende el aspecto de la disciplina, del orden y del esfuerzo que ciertamente el karate puede infundir en los hijos, y ve más allá


Creo que podría ser un tema de conversación en familia (si crees que tus hijos ya pueden ver la serie, ojo. Con mi hijo mayor de 10 años ya vimos las películas de hace años y creo que podemos ver juntos la serie que yo ya vi, al menos la primera temporada, para explicarle lo bueno, lo malo y lo feo. No sé si un chico de menos edad pueda verla, creo que depende de cada familia hacer ese juicio).


Puedes comentar con tus hijos esto de la ausencia paterna. Analicen juntos cómo este aspecto influyó en Daniel y Johnny, saquen sus conclusiones.


Busca mostrarles también con tu propio ejemplo como ser un buen papá y una buena mamá, siendo primero buenos esposos. Y si no estás casado, eres divorciado (a) o viudo (a), creo que tampoco está de más el diálogo, creo que también podrías generar un espacio de compartir interesante y provechoso. 

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