Leí un comentario en Facebook que me llamó la atención sobre un análisis que se hace sobre la ausencia de la figura paterna que creo es interesante. Daniel Larusso, interpretado por Ralph Macchio, perdió a su padre a corta edad y encuentra en el buen señor Miyagi (Pat Morita) a un nuevo mentor y guía.
Por su parte, William Zabka, que encarna a la némesis de Daniel, Johnny Lawrence, tiene a sus padres divorciados y vivió con su padrastro rico. No digo más para no cometer ningún spoiler. Puedes seguir leyendo, no los vas a encontrar.
En
los dos casos no hay papá. Y en los dos casos esto acarrea una serie de
consecuencias que se ven en la vida de ambos personajes.
El
análisis de Facebook me hizo recordar lo que dijo el Papa Francisco en una de sus
catequesis sobre la “orfandad” moderna.
“El
problema de nuestros días no parece ser más tanto la presencia invasiva de
nuestros padres, sino más bien su ausencia. Los padres están a veces tan
concentrados en sí mismos y en su propio trabajo y a veces en su propia
realización individual, al punto de olvidar también la familia. Y dejan solos a
los niños y a los jóvenes”, dijo el Santo Padre en
enero de 2015.
Ese
día en el Vaticano el Papa Francisco contó que “ya como Arzobispo de Buenos
Aires advertía el sentido de orfandad que viven hoy los chicos. Y a menudo les
preguntaba a los papás si jugaban con sus hijos, si tenían el coraje y el amor
de perder tiempo con los hijos. Y la respuesta era fea. En la mayoría de los
casos era: ‘no puedo porque tengo tanto trabajo’. El padre estaba ausente conese hijo que crecía y no jugaba con él, no perdía tiempo con él”.
Ojo
aquí, no creo que el Papa no se dé cuenta, no sepa o no entienda que muchas
veces necesario, imprescindible tal vez en estos tiempos, trabajar muchísimo. Como
Arzobispo de Buenos Aires hizo mucho bien en las villas de la capital argentina
donde pude ver personalmente que lo recuerdan con mucho cariño. En estos
lugares, donde la pobreza es el factor común, ciertamente había (hay) que romperse el lomo para intentar salir
adelante. El Papa no es ningún ingenuo, pero creo que con lo que decía apuntaba
y apunta a algo más profundo.
El
Santo Padre decía que “debemos estar más atentos: la ausencia de la figura
paterna en la vida de los pequeños y de los jóvenes produce lagunas y heridas
que pueden ser también muy graves” y “el sentido de orfandad que viven tantos
jóvenes es más profundo de lo que pensamos”, acentuado también por la
dependencia o en algunos casos adicción a los dispositivos móviles que pueden
captar buena parte de la atención de nosotros los padres.
Francisco
decía que muchos niños y jóvenes hoy “son huérfanos pero ‘en familia’, porque
los padres a menudo están ausentes, incluso físicamente, de casa, pero sobre
todo porque, cuando están, no se comportan como padres, no dialogan con sus
hijos, no cumplen con su tarea educativa, no dan a los niños con su ejemplo
acompañado de las palabras, aquellos principios, aquellos valores, esas reglas
de vida, de las que necesitan como el pan”.
Y
son tantas cosas, tantas, las que los hijos necesitan de sus padres. No las voy
a enumerar porque el Papa ya dijo varias y porque cada uno sabe, entiende o
intuye dónde puede estar flaqueando.
Unos
años antes, el gran Benedicto XVI iba a un aspecto más profundo todavía. En
una audiencia de 2012, Joseph Ratzinger explicó que “tal vez el hombre de
hoy no percibe la belleza, la grandeza y el consuelo profundo que se contienen
en la palabra ‘padre’ con la que podemos dirigirnos a Dios en la oración,
porque hoy a menudo no está suficientemente presente la figura paterna, y con
frecuencia incluso no es suficientemente positiva en la vida diaria”.
“La
ausencia del padre, el problema de un padre que no está presente en la vida del
niño, es un gran problema de nuestro tiempo, porque resulta difícil comprender
en su profundidad qué quiere decir que Dios es Padre para nosotros”.
Benedicto
XVI decía que “en el Evangelio, Cristo nos muestra quién es padre y cómo es un
verdadero padre; así podemos intuir la verdadera paternidad, aprender también
la verdadera paternidad”.
El
Santo Padre resaltaba que “es precisamente el amor de Jesús, el Hijo unigénito –que
llega hasta el don de sí mismo en la cruz– el que revela la verdadera
naturaleza del Padre: Él es el Amor, y también nosotros, en nuestra oración de
hijos, entramos en este circuito de amor, amor de Dios que purifica nuestros
deseos, nuestras actitudes marcadas por la cerrazón, por la autosuficiencia,
por el egoísmo típicos del hombre viejo”.
Entonces, ahora que veas Cobra kai, o si ya la viste, trasciende el aspecto de la disciplina, del orden y del esfuerzo que ciertamente el karate puede infundir en los hijos, y ve más allá.
Creo que podría ser un tema de conversación en
familia (si crees que tus hijos ya pueden ver la serie, ojo. Con mi hijo mayor
de 10 años ya vimos las películas de hace años y creo que podemos ver juntos la
serie que yo ya vi, al menos la primera temporada, para explicarle lo bueno, lo
malo y lo feo. No sé si un chico de menos edad pueda verla, creo que depende de
cada familia hacer ese juicio).
Puedes
comentar con tus hijos esto de la ausencia paterna. Analicen juntos cómo este
aspecto influyó en Daniel y Johnny, saquen sus conclusiones.
Busca mostrarles también con tu propio ejemplo como ser un buen papá y una buena mamá, siendo primero buenos esposos. Y si no estás casado, eres divorciado (a) o viudo (a), creo que tampoco está de más el diálogo, creo que también podrías generar un espacio de compartir interesante y provechoso.
Otros posts
0 comentarios:
Post a Comment