Conocí al Cardenal George Pell cuando visitó la oficina donde yo trabajaba hace ya más de 12 años. Creo que vino a Lima en 2007 o 2008, con certeza antes de la Jornada Mundial de la Juventud que se realizó en Sydney (Australia) y que presidió el buen Benedicto XVI.
Algunos
años después tuve la oportunidad de entrevistarlo en Roma, en octubre de 2015,
en el marco del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, cuando los obispos de
Alemania presionaron muy fuerte para que la Iglesia permitiera que se les dé la
Comunión a los divorciados en nueva unión.
La
conversación me impactó. El Cardenal fue muy claro, muy preciso y sobre todo
hizo gala de un gran ingenio para decir las cosas más complicadas, un don que
parece haber perfeccionado ahora. Con sus matices agudos también demostró una sutileza elegante.
Entre
las cosas que me dijo dejó muy claro que no era (y no es) “un
oponente del Papa Francisco”, como decían entonces algunos que se
consideraban, y tal vez se sigan considerando ahora “de la línea de Francisco”,
pero no de los obispos con "olor a oveja" de verdad, sino de los que creen que por
ser menos ortodoxos en la doctrina son de la línea del Santo Padre. Craso error.
Por
esos días, más de uno acusó al Cardenal Pell y a varios otros buenos cardenales
de ser contrarios al Papa por haberse “atrevido” a escribirle una carta en
donde lo alertaban de las presiones ideológicas en el Sínodo para que la
Iglesia se aleje de la doctrina.
En
ese momento el Cardenal Pell ya era Prefecto de la Secretaría de
Economía y había sido encargado por el Papa Francisco para poner orden en las
finanzas del Vaticano, algo que, sin lugar a dudas, molestó a más de uno,
comenzando tal vez por el ahora defenestrado Cardenal italiano Angelo Becciu.
No
se sabe con certeza por qué el Papa Francisco decidió, en septiembre de este
2020, aceptar
la renuncia del Cardenal Becciu al cargo de Prefecto de la Congregación
para las Causas de los Santos y a los “derechos del cardenalato”, lo que
incluye que le será imposible participar en el cónclave de los cardenales que
elija al próximo Papa.
Lo
que sí se sabe es que el Cardenal Becciu ha sido acusado de malversación de
millones de euros, incluida una compra de una propiedad de lujo en Londres,
durante el tiempo en el que fue Sustituto de la Secretaría de Estado del
Vaticano.
Una
acuciosa investigación de Catholic
News Agency (CNA) desde el año 2018 explica detalladamente las acusaciones
contra el Cardenal Becciu, que las niega.
Lo
más grave del caso es que, según algunos medios italianos, cuando el Cardenal
Pell fue juzgado en Australia por abusos sexuales que no cometió y que le
costaron 13 meses en una cárcel de Melbourne, el Cardenal Becciu habría enviado
dinero del Vaticano a Australia.
“Por
esto espero que no haya suficientes pruebas para demostrar que se usó dinero
del Vaticano no necesariamente para corromper directamente, sino solo para
envenenar la atmósfera pública contra mí. Por el bien de la Iglesia espero que
no haya prueba alguna para establecer eso”, dijo el Cardenal Pell en una entrevista
que concedió el 14 de diciembre de este año a Rai Uno.
El
Cardenal Pell se vio obligado a dejar el cargo de Prefecto de Economía para ir
a Australia a defenderse cuando fue acusado. Fue sentenciado injustamente a
seis años de cárcel. La Corte Suprema lo absolvió de todos los cargos aceptando
su inocencia y fue liberado el 7 de abril de este año.
George
Pell es inocente. Nunca cometió los abusos de los que lo acusaron. Era
materialmente imposible que abusara de dos menores en 1996, al final de una Misa en una
sacristía de una catedral llena de gente en el lapso de cinco minutos,
revestido como estuvo con los ornamentos litúrgicos que usa el sacerdote cuando
celebra Misa.
Uno
de los dos demandantes falleció en 2014 pero en 2001, trece años antes, le dijo
a su madre que los abusos nunca ocurrieron.
El
Cardenal Pell es inocente, pero seguro no vieron esa noticia con los bombos y
platillos con los que los medios arremetieron contra él diciendo que “el número
3 en el Vaticano, el Cardenal de más alto rango, fue acusado de abusos”.
No
lo vieron y no verán ahora a alguno de esos mismos medios hacer algo para
resarcirle el honor y la buena fama al Arzobispo australiano.
George
Pell es inocente y ha publicado con la editorial Ignatius Press, su “Prison
journal” (Diario de la Prisión), donde no hay lamentos, ni tristeza, sino
las reflexiones y comentarios de alguien que se sabe inocente y que ofrece su
dolor por los demás, por la Iglesia y por la conversión de quienes, como sus
enemigos, están alejados del Señor.
Yo
ya comencé a leerlo, sugiero vivamente su lectura. Pueden comprarlo AQUÍ.
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