Tuesday, February 5, 2019

El feminismo radical: Cómo hacerle frente

Imagen referencial Pixabay /
dominio público
Hace un tiempo se hizo viral un comercial de Gillete que intentaba mostrar lo “bueno” de ser hombre y lo “malo” que hay en él, en el hombre, asumiendo como patrón la perspectiva del feminismo radical, una mirada que suele ser muy negativa.

Lo curioso del video es que la gran mayoría rechazó el mensaje y, casi de inmediato, los grandes medios de comunicación salieron en defensa de la firma de hojas de afeitar y al ataque de todos quienes se opusieron al mismo, que puedes ver aquí (Los dislikes o no me gusta son casi el doble de los likes).

Aquí una breve aclaración antes de seguir: Yo estoy completamente de acuerdo en que todos los hombres tenemos que ser mejores, a todo nivel.

Sin embargo, no creo que la mejor forma de ser hombre sea siguiendo los postulados o las ideas que promueve el feminismo radical. Para nada.

Para el feminismo prácticamente todo es violencia o “microviolencia” contra la mujer. Para el feminismo todo conspira dentro del “patriarcado heteronormativo” para seguir sometiendo a las “pobres mujeres” que NUNCA tienen culpa de nada.

Para el feminismo la vida es una lucha de poder donde los hombres son los opresores y las mujeres las oprimidas. (Conozco varios casos donde el asunto es exactamente al revés, por cierto).

El feminismo odia al hombre, lo detesta. Busca su aniquilación, pero como eso no es posible porque eso significaría matarnos a todos los hombres, ha generado una ola mediática que sirve para arrancarle todo lo que pueda verse o considerarse realmente masculino o viril.

El feminismo quiere y busca un hombre castrado, sin opinión, que no discuta nada y que se calle ante las supuestas víctimas que son las mujeres.

Y cuando la cosa es al revés, las mujeres también son víctimas, NUNCA son victimarias para el feminismo.

Una segunda aclaración: la verdadera violencia contra la mujer SIEMPRE es condenable. La rechazo de plano. Y también rechazo la violencia contra el hombre. En general, contra cualquier ser humano.

Hasta aquí la denuncia, ahora la propuesta:

Lo primero que debemos recordar es que hombres y mujeres somos complementarios. Un niño tiene el derecho a tener padre y madre, porque con un padre y una madre aprenderá a vivir normalmente, aprenderá a ser lo que debe ser y a enfrentarse a la vida del mejor modo posible.

Un niño no necesita una madre que parezca padre ni un padre que parezca madre. (Sí, ya sé. ‘Yo he sido padre y madre’. Nadie lo discute, no estoy en contra de quienes lo han sido o lo son. Aquí lo que quiero resaltar es lo que un niño siempre necesita a pesar de las circunstancias).

Y lo que un niño necesita es que, cada uno, el padre y la madre, sean lo que están llamados a ser. Nada más, pero nada menos tampoco.

Un niño, la sociedad, el mundo entero, necesitan que los hombres sean realmente hombres y que las mujeres sean realmente mujeres. SOMOS DISTINTOS, pero somos completamente iguales en dignidad.

NO EXISTE el lado masculino de la mujer; y tampoco existe el lado femenino del hombre.

Lo que sí existe es la ternura en los hombres expresada como hombre, como en un abrazo a un niño pequeño por ejemplo; y la firmeza de una mujer que sale en defensa de uno de sus hijos, como otro ejemplo.

El mundo de hoy está de cabeza y está además particularmente polarizado. Este ambiente es un perfecto caldo de cultivo para todas las ideas bizarras del feminismo que solo socavan la mente y el corazón de todos, comenzando por las mismas mujeres.

Este mismo feminismo también intenta hacerles creer que el aborto es una forma de libertad. Nada más falso.

En el aborto siempre muere alguien. Legal o ilegal, el aborto mata igual.

En ocasiones mata a la madre y muchas veces acabará con la vida de mujeres por nacer, mujeres que las feministas no defienden.

San Juan Pablo II hablaba del genio femenino, de esa forma especialísima que tienen de ser las mujeres y proponía a la Virgen María, Reina y Madre de Dios y de la Iglesia, madre de los obispos, los sacerdotes, los cardenales, los diáconos, MADRE DE TODOS LOS HOMBRES, como ejemplo.

Esa sí que es una mujer. Ella sí es ejemplo de auténtico feminismo, no la basura que nos quieren meter ahora por todos lados las feministas.

María era fuerte, humilde, bella, de corazón puro, luchadora, firme, clara, directa, amorosa, etc. Era mujer por todos lados.

Por eso y por muchas cosas más, vale la pena asumir en primera persona un lugar en la guerra cultural contra el feminismo radical, ese que desfigura a las mujeres, las instrumentaliza y las convierte en una caricatura amorfa.

Nos toca formar a las mujeres como mujeres, y a los hombres como hombres. Las mujeres totalmente femeninas y los hombres totalmente masculinos. Suena particularmente redundante, pero no tengo opción para explicarlo mejor, por más repetitivo y obvio que suene. Así de clara es la cosa.

La guerra cultural contra el feminismo radical debe pelearse en la propia familia, con los amigos, los conocidos y demás. Nos toca esforzarnos por el bien y el futuro de nuestros hijos y nuestras hijas.

En el Perú, por ejemplo, aún somos más los que tenemos sentido común y nos dejamos convencer por las tonteras del feminismo radical.

¡Vamos que se puede!


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