Imagen referencial Pixabay / dominio público |
Hace un tiempo se hizo viral un comercial de
Gillete que intentaba mostrar lo “bueno” de ser hombre y lo “malo” que hay en
él, en el hombre, asumiendo como patrón la perspectiva del feminismo radical,
una mirada que suele ser muy negativa.
Lo curioso del video es que la gran mayoría rechazó
el mensaje y, casi de inmediato, los grandes medios de comunicación salieron en
defensa de la firma de hojas de afeitar y al ataque de todos quienes se
opusieron al mismo, que puedes ver aquí (Los dislikes o no me gusta son casi el doble de los likes).
Aquí una breve aclaración antes de seguir: Yo estoy
completamente de acuerdo en que todos los hombres tenemos que ser mejores, a todo
nivel.
Sin embargo, no creo que la mejor forma de ser
hombre sea siguiendo los postulados o las ideas que promueve el feminismo radical. Para nada.
Para el feminismo prácticamente todo es violencia o
“microviolencia” contra la mujer. Para el feminismo todo conspira dentro del
“patriarcado heteronormativo” para seguir sometiendo a las “pobres mujeres” que
NUNCA tienen culpa de nada.
Para el feminismo la vida es una lucha de poder
donde los hombres son los opresores y las mujeres las oprimidas. (Conozco
varios casos donde el asunto es exactamente al revés, por cierto).
El feminismo odia al hombre, lo detesta. Busca su
aniquilación, pero como eso no es posible porque eso significaría matarnos a
todos los hombres, ha generado una ola mediática que sirve para arrancarle todo
lo que pueda verse o considerarse realmente masculino o viril.
El feminismo quiere y busca un hombre castrado, sin
opinión, que no discuta nada y que se calle ante las supuestas víctimas que son
las mujeres.
Y cuando la cosa es al revés, las mujeres también
son víctimas, NUNCA son victimarias para el feminismo.
Una segunda aclaración: la verdadera violencia
contra la mujer SIEMPRE es condenable. La rechazo de plano. Y también rechazo
la violencia contra el hombre. En general, contra cualquier ser humano.
Hasta
aquí la denuncia, ahora la propuesta:
Lo primero que debemos recordar es que hombres y
mujeres somos complementarios. Un niño tiene el derecho a tener padre y madre, porque
con un padre y una madre aprenderá a vivir normalmente, aprenderá a ser lo que
debe ser y a enfrentarse a la vida del mejor modo posible.
Un niño no necesita una madre que parezca padre ni
un padre que parezca madre. (Sí, ya sé. ‘Yo he sido padre y madre’. Nadie lo
discute, no estoy en contra de quienes lo han sido o lo son. Aquí lo que quiero
resaltar es lo que un niño siempre necesita a pesar de las circunstancias).
Y lo que un niño necesita es que, cada uno, el padre
y la madre, sean lo que están llamados a ser. Nada más, pero nada menos
tampoco.
Un niño, la sociedad, el mundo entero, necesitan que
los hombres sean realmente hombres y que las mujeres sean realmente mujeres.
SOMOS DISTINTOS, pero somos completamente iguales en dignidad.
NO EXISTE el lado masculino de la mujer; y tampoco
existe el lado femenino del hombre.
Lo que sí existe es la ternura en los hombres
expresada como hombre, como en un abrazo a un niño pequeño por ejemplo; y la
firmeza de una mujer que sale en defensa de uno de sus hijos, como otro
ejemplo.
El mundo de hoy está de cabeza y está además particularmente
polarizado. Este ambiente es un perfecto caldo de cultivo para todas las ideas bizarras
del feminismo que solo socavan la mente y el corazón de todos, comenzando por
las mismas mujeres.
Este mismo feminismo también intenta hacerles creer que
el aborto es una forma de libertad. Nada más falso.
En el aborto siempre muere alguien. Legal o ilegal,
el aborto mata igual.
En ocasiones mata a la madre y muchas veces acabará
con la vida de mujeres por nacer, mujeres que las feministas no defienden.
San Juan Pablo II hablaba del genio femenino, de esa
forma especialísima que tienen de ser las mujeres y proponía a la Virgen María,
Reina y Madre de Dios y de la Iglesia, madre de los obispos, los sacerdotes,
los cardenales, los diáconos, MADRE DE TODOS LOS HOMBRES, como ejemplo.
Esa sí que es una mujer. Ella sí es ejemplo de
auténtico feminismo, no la basura que nos quieren meter ahora por todos lados
las feministas.
María era fuerte, humilde, bella, de corazón puro,
luchadora, firme, clara, directa, amorosa, etc. Era mujer por todos lados.
Por eso y por muchas cosas más, vale la pena asumir en
primera persona un lugar en la guerra cultural contra el feminismo radical, ese
que desfigura a las mujeres, las instrumentaliza y las convierte en una
caricatura amorfa.
Nos toca formar a las mujeres como mujeres, y a los
hombres como hombres. Las mujeres totalmente femeninas y los hombres totalmente
masculinos. Suena particularmente redundante, pero no tengo opción para
explicarlo mejor, por más repetitivo y obvio que suene. Así de clara es la
cosa.
La guerra cultural contra el feminismo radical debe
pelearse en la propia familia, con los amigos, los conocidos y demás. Nos toca
esforzarnos por el bien y el futuro de nuestros hijos y nuestras hijas.
En el Perú, por ejemplo, aún somos más los que
tenemos sentido común y nos dejamos convencer por las tonteras del feminismo
radical.
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